Hola, me llamo Emil Kraepelin y soy conocido como uno de los pioneros en la psiquiatría moderna. A lo largo de mi carrera, me dediqué a desarrollar sistemas de clasificación para los trastornos mentales, basados en la observación rigurosa de los síntomas, su evolución y sus consecuencias. Hoy, quiero hablarles sobre un tema crucial en el campo de la salud mental: la distinción entre normalidad y anormalidad, y por qué esta diferenciación es fundamental para ofrecer diagnósticos precisos y tratamientos adecuados.En el ámbito clínico, la definición de lo que es normal o anormal tiene una función clara: reducir la ambigüedad en la comunicación entre los profesionales de la salud. Cuando médicos, psicólogos y psiquiatras utilizan un lenguaje común para definir estas conductas, se asegura un enfoque coherente que permite coordinar el tratamiento de los pacientes de manera más efectiva. Esto no solo facilita la colaboración, sino que también proporciona a los pacientes un tratamiento ajustado a sus necesidades reales.Además, como alguien que ha trabajado en la clasificación de los trastornos mentales, puedo decir con certeza que un solo criterio no es suficiente para determinar si una conducta es anormal. En mi trabajo, utilicé múltiples enfoques: clínico, estadístico y biológico, entre otros, para asegurar que los diagnósticos no se basaran en simplificaciones. Al combinar estos criterios, podemos respetar la complejidad del comportamiento humano, y desde una perspectiva ética, esto evita caer en reduccionismos que podrían resultar en diagnósticos equivocados o incompletos.