La web es una plataforma abierta que permite a cualquier persona compartir opiniones sobre productos y servicios. Esto ofrece a los consumidores un espacio donde expresar insatisfacciones, pero también plantea un desafío para las empresas, ya que una mala crítica puede expandirse rápidamente, afectando su reputación. Un caso emblemático es el del fabricante de candados Kryptonite. Tras la publicación de un blog que mostraba cómo abrir uno de sus candados con un simple bolígrafo, la empresa enfrentó una crisis. En pocos días, la noticia se esparció entre ciclistas y Kryptonite tuvo que reemplazar más de 400,000 candados en varios países para mitigar el daño a su imagen. Las empresas han desarrollado estrategias para controlar su ciberestatus, utilizando herramientas como la optimización de motores de búsqueda (SEO) para destacar contenido positivo y relegar las críticas a posiciones menos visibles. Aunque esta práctica no es ilegal, ha generado debate en cuanto a su ética, ya que algunos consideran que internet debe reflejar las opiniones genuinas del público, mientras que las empresas defienden su derecho a proteger su reputación.